domingo, 20 de agosto de 2017

Día Mágico. ¿Tendrá algo que ver el eclipse solar?


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Hoy me fui con mis hijos a comer al chino de Parquesol. Después, parece que los espiritus de la naturaleza se aliaron a nuestro favor. Arena, madera, piedra, agua y "viento"... gracias de corazón.

Salimos del chino con la barriga llena y tres sonrisas en la boca, habiamos comido muy bien. Acto seguido, y sin ningún plan preestablecido, comenzamos a andar hacia el parque de los columpios que hay al lado.

En las cadenas los niños jugaron a los cortes. Un rato después, empezo la magía que a veces se da cuando no esperas nada y dejas, "tan solo", que la vida fluya.

Los niños se acercaron al columpio en el que llenas un "bol" de arena, lo subes con una cadena, y lo hechas por un tubo... De repente, nos encontramos poniendo los pies descalzos debajo del tubo, mientras la arena masajea nuestros pies debido a la fuerza de la gravedad. De esta situación pasamos a meter céntimos y pesetas, que de "casualidad" llevaba x si jugabamos al mus, en el bol y a jugar a ver quien encuentra más monedas al tirarlas junto con arena por el tubo. Nos lo pasamos bien jugando al juego "En busca del tesoro".

Hacemos ademan de irnos, pero antes los niños tienen sed y la botella de agua que llevamos ya está vacía. Yo me acuerdo de los Zahoris, que utilizan un palo para buscar agua, y cogo un palo del suelo y diciendoles a mis hijos que este palo, aunque no puede ir por su propio pie, sabe donde hay agua y que él nos guiará. Los tres tenemos casi cara chiste, pero hay un cierto brillo en nuestros ojos, quizás reflejo del sol eclipsado, que invita a creer en la magia.

Pongo el palo encima de uno de mis dedos, buscando un equlibrio con liger inestabilidad, y el palo empieza a actuar, ante la íncredula y sonriente mirada de mi hijo Victor, a modo de brujula. Es curioso que Nico parece apoyarme más en esta loca busqueda del elemento vital. Conseguimos "convencer" a Victor para seguir las indicaciones del palo y a pocos metros damos con una fuente. Nico, con su inconsciente inteligencia, con el movil y su pasión por los pokemos, desvía nuestra atención de esta magía, la magía como te quedes observándola desaparece.

Bebemos y Víctor se refresca los pies ya que se había clavado una castaña de las de picos al darla una patada.

Seguimos nuestro incierto camino y nos encontramos con unos Almendros. Los exploramos, para ver cuales son amargos y cuales no. Los niños se suben a ellos y recogen algunos almendrucos que guardamos. Baste decir que lo realmente divertido fue subirse a los árboles y que estos aguantaron con sus ramas los pesados cuerpos de mis hijos para que no sufrieran ningún rasguño.

Continuamos, bajando por un camino escoltado por árboles huecos. Observamos lo qeu creemos que es resina de almendro, de camino observo abejas lo que me hace pensar ahora que quizas, más que resina, fuese miel. Vemos árboles con formas muy curiosas. Nos llama la atención uno de los árboles lleno de piedras, al acercarnos algo "susurra" en mis oidos el juego de la rana. Observo en el suelo gran cantida de piedras de un tamaño perfecto para jugar a dicho juego con el par de huecos que tiene el árbol y nos ponemos a ello. Pasamos un rato muy divertido.

Seguimos bajando por el camino y mientras Nicolas, en un gimnasio, se pone con el Pokemon Go, Los pies de Victor y mios son guiados a una zona llana donde parece apropiada para jugar un partidillo con los pinos como porterias. Utilizando una piña como balón le meto tres goles y él sólo uno. Acto seguido me percato de que hay piñones y nos ponemos a cogerlos, Nicolás se une a la rapiña y cogemos una bolsita de ellos.

Nuestros pies nos llevan a la pasarela del museo de la ciencia, donde vemos a unas "pilinguis". Cruzamos la pasarela deseando un dia volver con una caña y un buen iman para pescar las llaves que  los enamorados han debido de lanzar.

Nos dirigimos al paseo Zorrilaa con la intención de coger el bus que nos lleve a casa pues el tiempo ha pasado volando y ya es hora de regresar. Observamos que ele debe quedar mucho al 25 y decidimos hacer algo de tiempo. Para ello vamos a la plaza del ejercito y al estar las supercadenas libres, los niños "vuelan" un rato.

Al final cogemos el 1, paramos en el poniente y de camino a casa pasamos por la playa. Alli nos acercamos al rio y jugamos a tirar piedras a ver quien llega más lejos y a hacer "ranas". Víctor nos gana a todos, su tirada es magnífica. Tambien gana en cuanto a puntería al dar antes que yo a uno de las boyas. Nicolás, al ver que no puede competir con nosotros, decide refrescarse los pies.

Se hecho muy tarde, ya oscurece, volvemos a casa. Un día magnífico sin lugar a dudas, ¿será x el eclipse? .

Gracias arena, gracias madera, gracias piedra, gracias agua y gracias "viento" x soplar hoy a nuestro favor.