sábado, 28 de enero de 2017

La vía mística

Es curioso como muchos de los libros que "me eligen" parece como si quisieran darme explicaciones de lo que me pasa, me ha pasado y por ende me pasará. Puede que la vida no sea presente ni futuro, sino pasado. Quizás tan sólo pasa..., una pasa.

Estoy leyendo un de esos libros que me ha encontrado: La mística, de Evelyn Underhill. En él he visto reflejado mis diagnósticos de hipomanía y bipolaridad, además de alguna otra cosa como mi fase de depuración corporal, el "abandono de mi voluntad" y la extirpación de mi tumor. Quizás tu tambien lo puedas hacer, creo que es algo terapeutico ver que la vida real es tan sólo un reflejo de la interior.

Veamos lo que dice el libro...

Lo primero que observamos en relación con este retrato compuesto (como etnia) es que el místico parece ir hacia su meta a través de una serie de oscilaciones fuertemente marcadas entre "estados de placer" y "estados de dolor".

La clasificación bajo la que estudiaremos las fases de la vía mística:
  1. El despertar del Yo a la conciencia de la Realidad Divina. Esta experiencia, habitualmente abrupta y bien señalada, va acompañada de intensos sentimientos de alegría y exaltación.
  2. El Yo, consciente por primera vez de la belleza divina, se percata por contraste de su propia finitud e imperfección, de las múltiples ilusiones en las que está inmerso, de la inmensa distancia que le separa de lo Uno. Sus intentos de eliminar mediante la disciplina y la mortificación, todo cuanto impida si progreso hacia la unión con Dios constituye la Purificación: un estado de dolor u esfuerzo.
  3. Una vez que, mediante la Puruficación, el Yo se ha distanciado de las "cosas de los sentidos"...un entrenamiento diseñado por expertos que reforzará y asistirá al alma ascendente...es el estado de la Iluminación. La iluminación trae consigo un cierta aprehensión de lo Absoluto, un sentido de la presencia Divina; pero no la verdadera unión con ello. Es un estado de felicidad. Muchos se quedan aqui.
  4. En el desarrollo de los grandes y esforzados buscadores de Dios, este proceso va seguido - a veces intermitentemente acompañado - de la más terrible de toda las experiencias de la Vía Mística: la definitiva y completa purificación del Yo, a la que los contemplativos llaman "dolor místico" o "muerte mística", y a la que otros denominan Purificación del Espíritu o Noche Oscura del Alma. La conciecia, que en la iluinación, se ha solazado en el sentimiento de la presencia Divina, sufre ahora un sentimiento igualmente intenso, de Divina Ausencia, y aprende a disociar la satisfación personal encontrada en la visión mística de la realidad de la vida mística. Al igual que en la Purificación, los sentidos se han limpiado en profundidad  y se han humillado, y las energías e intereses del Yo se han concentrado en cosas trascendentales, de forma que, ahora, el proceso de purificación se extiende al centro mismo de la yo-idad: la voluntad. Ha de matarse el instinto humano de la felicidad personal. Es la "cricifixión espiritual" que tantas veces han descrito los místicos: la gran desolación en la que el alma parece abandonada por lo Divino. El Yo se rinde ahora, rinde su individualidad y su voluntad por completo. No desea nada, no pide nada, permanece totalmente pasivo, y está asi preparado para
  5. la Unión: el verdadero objetico de la búsqueda mística.En este estado, La Vida Absoluta no es meramente percibida y disfrutada por el Yo, como en la iluminación. Sino que es uno con él. Éste es el fin al que han tendido todas las previas oscilaciones de la conciencia. Es un estado de equilibrio, de vida puramente espiritual, caracterizado por una apacble alegría , por capacidades incrementadas, por intensa certiumbre


domingo, 22 de enero de 2017

Había muerto, pero no lo sabía.

Habla una Mujer, operada de un Tumor cerebral...
Esos primeros meses (despues de la operación), o ese primer año, fue ese no entender el mundo que te rodea. Ni tu los entiendes a ellos ni ellos te entienden a ti. Pero es simplemente porque tu ya no eres tú. Tú te quedaste allí en quirófano y quien salió fue otro. Y ese otro no entiende nada de lo que le rodea y cuando habla con los que le rodean los otros no le entienden, porque habla diferente. Y yo que estaba tan contenta porque, anda, estoy viva... y no era verdad, había muerto pero no lo sabía. Ahora es cuando empiezo a estar viva. Y claro, quería seguir viviendo como vivia Rosario Villaescusa, y ella se murió. Y no podía hacer las cosas que ella hacía y no sabía por qué. Me ponía su ropa, utilizaba sus pinturas e intentaba conducir su coche. Intentaba hablar con sus amigos... Y a los amigos los encontraba insulsos, la ropa empezó a quedarsele grande, la ropa de Rosario es enorme...

Fuente: Más allá del espejo, una película de Joaquín Jordá.